A mis lectores y amigos:
Siempre les he contado lo que pienso, lo que siento, lo que deseo para las nuevas generaciones y les he contado algunas cosas de mi vida personal por ejemplo el tema de mi enfermedad. Siempre le pedí a Dios que me permitiera llegar a los 18 años de mi hijo porque por egoísmo humano, y de madre, no quería que tuviese otra madre que no fuera yo, mi esposo de toda la vida, fíjese que contradicción, si podía tener otra mujer (y no es porque no lo ame), el merecía tener alguien a su lado, porque de todas maneras yo iba a estar esperándolo del otro lado para seguir amándolo y cuidándolo, inclusive ayudándolo, guiándolo por el famoso “túnel”; Dios en su infinita generosidad no solo me permitió llegar a los 18 años de mi hijo sino que también me permitió verlo transformarse en un hombre de bien para la sociedad, con sus defectos y virtudes, hoy tiene su pareja y tiene su hijo: el solcito que entibia mis días y me saca de mis largos silencios.
Entre tantas cosas que desee, siempre le pedí al Señor que el día que partiera me permitiera descansar en el mar, con el tengo una conexión muy especial, ¿será que nos fecundan en un vientre en el cual estamos en el agua?_ no lo sé… si se que amo el mar, su inmensidad, sus silencios, sus playas, sus tormentas, su fama marítima, la libertad de sus aves… su silencio… que hermoso es el silencio en sus playas, de día es magnifico y de noche tiene una magia muy especial, y Jesús me permitió venir a vivir al mar, así es que hoy les estoy escribiendo y contándoles una vez más mis sentimientos desde una costa Argentina, donde estoy construyendo mi refugio al cual he llamado “Patitas Descalzas” por los hermosos piecitos de mi nieto que disfruta tanto de esta inmensidad donde parece unirse el mar y el cielo. 
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