Un día en mi niñez descubrí el mar…casi adolecente y jamás lo pude dejar...Pasaron los años...no pude regresar y al final casi de mi
vida vuelvo a él con mi pesada carga de tristezas acumuladas, es la propia vida que no pasa en vano. El mar es mi confidente, mi
último refugio, mi lecho de muerte, ya no hay mas sueños, mas ilusiones, he perdido el carrusel de los recuerdos, lo he visto
alejarse de mí, he dejado de ser niña sin querer-ha caído mi última sonrisa a tus pies y otro vez llueve la tristeza sobre mi
corazón…y aquí en tu orilla quedan las lagrimas contenidas, las sonrisas dibujadas, ya nada es igual nunca más lo será, cuando me
haya ido tu seguirás ahí,
imponente, majestuoso, mágico, devorador, indiferente a la melancolía de este amor que va dejando sus
huellas en la arena, pero tu las borras con total frialdad…tal vez por eso Dios el gran creador te castigue a la prisión sin muros
de tus playas..Quizás por eso, porque nunca comprendiste a los seres humanos que saquearon tu corazón.
Pero yo te amo-y un día volví para mirarte extasiada de tanta majestuosidad, llegas sin un respiro vienes y te vas, tocas las playas
montado en tu eternidad, hoy he vuelto a la mar para decir adiós, para ahogar este amor huérfano—DIOS cuanta soledad.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Ahora es tu turno